jueves, 2 de marzo de 2017

Nada es sagrado

Nada es sagrado

Todos hablamos de sexo, practicarlo es otra cosa

Y el Viagra se ha convertido para muchos en una simple droga más...
Todos hablamos de sexo, practicarlo es otra cosa
Roberto Pettinato (Fernando de la Orden)
A todos nos gusta hablar de sexo. Y cientos de portadas de revistas así lo demuestran. Había leído que en los Estados Unidos concluyeron cuáles son las tres cosas que van en contra del sexo en la actualidad: la tecnología, la guerra y el Viagra.
La tecnología es la que nos mantiene la cabeza en cualquier parte menos concentrándola en la otra persona. Podés estar haciendo el amor, pero el celular nunca se apaga y siempre se enciende la pantalla diciéndote: ¡atendeme ahora o escuchá esto!
Y así es como sucede que si no sos vos, es ella la que no apaga jamás el celular ¡y siempre una alarma despierta al otro en un horario inesperado!
El flujo de información es tal que ya nadie tiene la mente donde debería estar. Es como vivir dentro de un pinball donde vos sos no una, sino las tres bolas de metal saliendo al mismo tiempo disparadas hacia ninguna parte, ¡sólo a rebotar contra luces de colores! Jajaja.
¿La guerra? Bueno, eso tal vez sea más simple porque nadie puede hacer el amor ¡mientras tenemos una granada cerca o un ejército en la frontera de tu país!
Y el Viagra se ha convertido para muchos en una simple droga más que se puede usar para comer, bailar, caminar hasta el día siguiente o simplemente esperar en el consultorio de un cardiólogo que te dé las pésimas noticias: no la podés usar más. De hecho, fuera de broma, lo usan los jugadores de fútbol para adaptarse mejor a la altura y así perder por menos goles cuando intentan... correr en La Paz!
Y ya que hablamos de fútbol, lo mismo sucede en los Mundiales. En Brasil se habla tanto de los estadios sin terminar a tiempo como de detener el turismo sexual. ¿Qué es lo que quiere la gente? Acostarse con otros y ver fútbol, y después, playa. Eso sería un Brasil perfecto. Pero siempre hay autoridades que lo quieren arruinar. Y por otro lado los jugadores son un caso aparte. Es más: creo que la diferencia entre una prostituta y un jugador es que ¡¡¡¡hay cosas que por dinero una prostituta no haría!!!!
El sexo ocupa hoy el 80% de las publicaciones. Hablan de él sin parar, incluso sin palabras, simplemente mostrando fotos de moda de invierno donde las modelos lucen al revés de cómo lo harás vos cuando camines por Santa Fe.
Nunca entendí por qué las mujeres se ponen pechos y después no permiten que se los toques. ¡Por el amor de Dios! No son SUS pechos verdaderos. ¡Son aplicados!
Son de plástico. ¡Son derivados del petróleo! ¡No son material genético humano! ¡No son de carne alguna! Jajaja.
¿Por qué no podemos tocarlos? ¿Por qué tardan en darnos su consentimiento, un día, sí, otro día, no? Quiero decir: yo jamas le diría a una mujer: no podés tocar la tela de mi traje… ¡¡¡¡Es parte de míííí!!!!
Ah, y para variar los psicólogos consideran hoy que chatear con un desconocido es “infidelidad emocional”, o sea que si somos infieles, pero sin chateo, estamos ante “infidelidad sin emoción”. ¿Nadie en el mundo hoy contabiliza todos los años en los que SÍ hemos sido fieles? ¿No tiene valor? De ahí pasan a decirte: las mujeres necesitan amor para tener sexo. Los hombres sólo sexo para sentir amor. Entonces me pregunto: ¡¡¿¿cómo carajo hacemos para empezar una relación si ya de movida estamos tan, tan distanciados en todos los conceptos??!!
Fíjense que en las encuestas el 50% de los hombres les mienten a sus mujeres. Sí, claro. Yo agregaría: y el otro 50% dicen la verdad, pero igualmente las mujeres… ¡no les creen! Jajaja.
Se habla de nuevas técnicas sexuales que nadie usará, cómo mejorar la pareja, cómo hacerlo mejor, cómo llegar al orgasmo, cómo “entenderlas a ellas”, “cómo darle ese gustito a él”, y nadie se atreve a decir una única verdad: los hombres no tenemos muchos sentimientos mezclados. Somos simples y consistimos en 50% calentura y el otro 50%… hambre.
Esto quiere decir que por lo general podemos decirle a tu pareja: ¡Oopppsss! No lo puedo creer… no tengo una erección... así que… ¡haceme un sándwich! Jaja.

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